Mientras pasaban los días, tú y yo nos mirábamos, reíamos, hablábamos. No había un instante a tu lado en el que no esbozara una sonrisa o soltara una carcajada; en el que te recordara lo estúpido que eres y tú a mi lo ingenua que soy. Solíamos confundir al mundo con nuestra amistad, fuerte y valiente, nadie podría con ella. Conseguíamos aislarnos entre un montón de gente y disfrutar con nuestras largas charlas, ¿acerca de que? de cualquier cosa. Y es que todo tema es bueno contigo, solíamos dejarnos llevar y hablar hasta que se nos acabasen las ideas, aunque eso no solía pasar. La confianza contigo siempre ha sido infinita, de un lado a otro del universo tú eres la persona que mejor me conoce. Mientras pasaban los días, tú y yo nos mirábamos, reíamos, hablábamos. Mientras pasaban los días, tu y yo nos enamorábamos. ¿Amor? Si alguna pizca de ese sentimiento se colaba entre nosotros, la echábamos a patadas, pero con el tiempo, los sentimientos se hacen más y más fuertes. Recuerdo días en los que me cuestionaba quererte, otros sin embargo sabía con certeza que no. Pero la fuerza de la masa acabó arrastrándonos. Que si parecemos una pareja, que si se siente el amor... ¿que sabrán ellos de una relación a la que no pertenecen? Pero no fuimos capaces de sostenerlo, los roces de manos ponían coloradas nuestras mejillas, las miradas transmitían algo más y sin saber como, nuestros labios se juntaron para formar uno solo. Caímos en la red de la amistad, una amistad engañosa que nos conduce a algo más pero, ¿queremos algo más? Y si la respuesta es sí, ¿tenemos la valentía de arriesgarnos a que el amor destroce nuestra amistad?
Todo dicho en el texto, después de enamorarte de tu mejor amigo, ¿que es lo que queda? Puede que en realidad, solo esté enamorada de nuestra amistad. ¿Y ahora qué? No me encuentro de humor para seguir escribiendo, lo siento, solo espero que estéis bien.